23.3.08

4/12/2003

El senado se dio el gusto de echar (¿linchar?) a un juez de la corte. En realidad se dieron el gusto de enjuiciar a Menem a través de Moliné. En la gran hoguera pública quemaron el símbolo "neoliberal" de los 90. Los motivos reales del juicio y si es justo o no, no le importan a nadie.
Es el cuarto juez desplazado, aunque a los otros tres les había bastado con asustarlos un poquito para que se echaran a correr. Paradójicamente Moliné, culpable y condenado, resulta ser el más digno. Los otros tres cobrarán sus jubilaciones. ¿No hubiera sido lógico esperar a conocer el resultado de los juicios políticos respectivos antes de aceptarles las renuncias? Ahora los reemplazos: Ya nos metieron un senador y un evasor. Esperemos cualquier cosa.

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