27.3.08

27/1/2004

El Jefe de Gabinete habló sobre la agenda de K en su viaje a España:

"Vamos a España para hablar de cómo se va a invertir en Argentina a partir de ahora. No está previsto que se discuta de las tarifas. Si alguien saca el tema, ya sabe cuál será la respuesta"
Alberto Fernández

Caramba, cuando los invitamos a invertir por primera vez, el país era un verdadero caos: Cortes de luz, cortes de agua, la llamita del gas no calentaba ni el agua para el mate, las llamadas de larga distancia eran imposibles, hiperinflación, default, revueltas callejeras, levantamientos militares y también subversivos, etc.
Un plan económico les prometía estabilidad, pero el riesgo seguía siendo alto. Con este escenario durante la década del noventa los gaitas se pusieron con unos 50 mil millones de dólares en inversión directa. Nada de golondrinas o buitres.
Finalmente el riesgo no fue tanto, y por unos cuantos años la rentabilidad de esas inversiones fue, digamoslo, alta.
Los inversores nos brindaron servicios con un nivel de calidad que nunca se había conocido en Argentina: Basta comparar Entel con Telecom y Telefónica. También mejoraron la productividad de un modo extraordinario: Basta comparar Somisa con Siderar. Y los clientes (ex usuarios de servicios estatales deficientes) pagamos con agrado.
Es posible que algunas de las privatizadas, o incluso todas, hayan dejado de cumplir con determinadas cláusulas de los contratos. Pero el principal violador del contrato fue el Estado Argentino, llámese Menem, De la Rúa, Puerta, Rodríguez Saa, Camaño, Duhalde o Kirchner. Y no sólo violó el contrato con las privatizadas sino con todos los ciudadanos de este país que seguimos siendo esclavos de las decisiones impensadas de nuestros gobernantes.
El gobierno actual no es el de un país nuevo y distinto. Es parte de una continuación histórica que el mismo debe aceptar y reconocer.
Si el gobierno pretende hacernos creer que va a convencer a empresarios experimentados que inviertan en un país con poca viabilidad económica y, encima, con tasas negativas de retorno sobre la inversión, va por el mal camino.

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