28.5.08

27/3/2004:

En una época pasada, anterior a la infame década del noventa, había escasez de gas, habían cortes de energía eléctrica, incluso programados con cronogramas semanales. Era la época de las campañas de interés público que nos enseñaban a ahorrar energía.
"Si se va de la habitación, apague la luz", mientras una mano bajaba el interruptor.
"Que la llama de la hornalla no sobrepase la base de la olla", mientras una mano cerraba un poquito la llave del gas.
Eran épocas en que los servicios públicos estaban en manos del Estado empresario.
Desde que se impusieron los congelamientos de tarifas sólo era cuestión de sentarse a esperar en qué momento llegarían los cortes y el desabastecimiento.

Una vez más la paradoja de la escasez en una tierra de abundancia cae sobre nosotros en forma de inminentes cortes de luz. Y una vez más, también, la causa está en rehusarse a enfrentar las consecuencias de una devaluación asimétrica en el 2002 (el problema que se presenta en todas sus variadas formas de cómo pagar deudas en dólares con pesos devaluados...). (...) ¿quién habría de invertir en dólares para ganar en pesos, y no dedicarse más bien a exportar? (...) Durante dos años, una electricidad mantenida artificialmente barata ha ayudado a acicatear el crecimiento desenfrenado, mas se está convirtiendo rápidamente en un cuello de botella. (...) El presidente Néstor Kirchner todavía sigue negando este problema, pero la mejor manera de no restringir la política a cómo “compartir la agonía” (...) en forma más justa está en empezar a trabajar ahora en pos de alentar la inversión en nueva producción e infraestructura energética: ya es hora de que Kirchner entienda su estilo energético en otros términos que los políticos. Dejar liberadas las tarifas tendrá sus costos políticos, pero sin duda nada podría ser más impopular que los masivos apagones que ahora acechan.
¿La energía empieza por casa?
Editorial del Buenos Aires Herald - 27/3/2004

"Lo del gas es una crisis anunciada; mucha gente le avisó al Gobierno y no se hizo nada. Ahora hay que ver cómo lo resuelven; eso dará una medida de qué se puede esperar de la actual administración." Un empresario de primera línea sostiene que las autoridades se "conformaron" con las previsiones de crecimiento, tanto oficiales como privadas, sin prestar atención a un problema estructural cuyo estallido sólo había demorado la recesión. Otro empresario consideró que el origen de la crisis es la desconfianza en el país. "Ahora se dice que no se hicieron inversiones, pero si uno mira los números, las hubo. Se hicieron gasoductos para exportar y no para abastecer al mercado interno. Y es claro el porqué: el Gobierno tenía mucho menor margen para romper allí los contratos. Hay que ver la paradoja. Si las empresas hubieran asegurado el normal abastecimiento, hoy nadie les habría renegociado los contratos o actualizado las tarifas." El empresario subraya la paradoja: "En el país, al que invierte le embargan las propiedades si es que pueden. En el sector de servicios públicos, el riesgo de perder lo invertido es descomunal. Y de hecho, hoy están en mejores posiciones para negociar quienes no invirtieron. El Gobierno tiene un enorme poder para obligar a ir contra sus intereses a quienes tienen sus mercados bien abastecidos. Si hay crisis, va a tener que negociar la salida en términos más razonables". La escasez de gas muestra algunas paradojas. Si se salió de la convertibilidad y se devaluó de manera feroz para aumentar las exportaciones, el resultado es dos años después, en el área de electricidad y gas, que hay que dejar de exportar porque la producción es insuficiente. El perjuicio es también para las cuentas públicas, por la caída del ingreso por retenciones y porque quien vendía a Chile y pasará a abastecer al mercado local tendrá menos utilidades y pagará menos por ganancias. "No es extraño que en lugar de perforar nuevos pozos y de construir un gasoducto local una empresa privada prefiera hacer uno a Bolivia y traer el gas desde allí. Será más difícil ordenar un cuadro tarifario o una interrupción de pagos si afecta a otro Estado", dijo un consultor. Otro explicó: "Aquí nadie va a poner dinero para financiar obras mientras no se genere confianza. No se le puede estar diciendo a una compañía que haga una inversión a riesgo, como pidió el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, cuando a los tenedores de bonos se les está diciendo que deben embromarse por haber invertido en la Argentina. Lo ocurrido en los últimos años muestra que quien invirtió en el país perdió". En esa situación, según creen los mejor informados, sólo un aumento de tarifas y la financiación estatal harán aparecer las obras que faltan.
Jorge Oviedo: El clamor por las inversiones
La Nación - 27/3/2004

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